- Ivette + Gabi
Sobre mis fracasos

Créanme, he tenido muchos fracasos. Muchos y muchas veces en mi vida. De
muchos he renunciado, de otros he llorado, de todos me he arrepentido, de algunos
me he sentido avergonzada. Los fracasos me han enfurecido, me han hecho perder
la pasión, me han hecho notar mi propia estupidez. Ninguno de ellos en su
momento me hizo sentir orgullo.
A estas alturas de mi vida, no puedo nombrar ni siquiera uno en especial, porque
ahora es cuando todos estos fracasos me dan igual.
Un fracaso es algo que no salió bien, un resultado adverso, un suceso lastimoso o
funesto. Es una caída estrepitosa o simplemente la ruina.
Me siento un fracaso cuando no cumplo con mi dieta, cuando no voy a hacer
ejercicios, cuando no he meditado ese día, cuando debí dedicar tiempo a escribir o
crear contenido y busqué otra alternativa en mi afán de procrastinación. Cuando no
he cocinado para mi familia de pura pereza. Me siento un fracaso cuando veo a
otras personas crear su destino y yo en cambio, veo que en el mío no hay nada de
emoción. Me siento un fracaso cuando veo que otros logran sus objetivos y yo no.
Cuando alguien viene con una idea más interesante, más inteligente que la mía.
Siento que en mi carrera he fracasado por no continuarla en el mundo laboral, siento
que fui un fracaso cuando no controlé mis gastos y me llené de deudas. Siento que
he fracasado cuando no pude cerrar la boca y seguir comiendo, pensando que en
cualquier momento podía bajar de peso.
Todos tenemos ciertas expectativas en nuestras vidas y no necesariamente se
cumplen. Los fracasos nos enseñan que esas expectativas se deben revalorar,
reconsiderar o simplemente cambiar.
Los japoneses tienen el dicho “Cae 7 veces y levántate 8”. La vida es el resultado
de constantes caídas y levantadas. Los fracasos nos enseñan a afinar nuestras
ideas, a coordinar nuevas rutas, ajustar planes, a ingeniárnosla en el momento de
salir de un problema.
¿Entonces, por qué es tan difícil para todos aceptar el fracaso? Decir como Simón
Bolívar “He arado en el mar” Porque duele, duele en el orgullo, duele por el tiempo
transcurrido, el dinero invertido, las relaciones perdidas, los esfuerzos acumulados.
Duele todo eso. Es perder.
A nadie le gusta perder y de seguro nadie anda por ahí buscando como perder en la
vida. Nos han enseñado que en ganar la partida está todo, que hay que tener éxito,
que hay que competir y ganar solamente.
Cuando hicimos el episodio de nuestro podcast Practica lo que Predicas sobre el
Wabi Sabi y como reconfigurar el fracaso. Aprendimos también a reconfigurar el
éxito. Y lo primero que aprendimos no sólo en este episodio si no en uno de los
primeros que hicimos es que no podemos comparar, ni relacionar nuestro éxito con
el de otras personas.
Cada persona tiene su propia historia de éxito y créeme cada persona tiene su lista
de fracasos más grande que la de los éxitos.
Y por eso es importante redefinir el éxito como algo personal y no en relación con lo
que otras personas ven como éxito.
Los innumerables fracasos en mi vida han moldeado en la persona que soy ahora.
Porque cuando me he detenido en ellos, los he evaluado con objetividad, sin
resentirme de la burrada que he cometido, sin latiguearme y he encontrado la falla.
Y me he levantado más de 8 veces porque he caído más de 7. Me han mostrado las
tuercas que ajustar, los nuevos cambios y me han sacado de la zona de confort.
No se trata de esperar al fracaso, pero de que llega en algún momento, llega. Es ahí
nuestra actitud la que determinará que tan preparados estamos para aprender de
ellos y seguir el camino hacia nuestro propio éxito.
Ivette Barragán.